El concepto que tenemos de nosotras mismas se ha ido creando influido por las perspectivas y las imágenes que han tenido y tienen los demás. En nuestra niñez crecimos influidos por nuestros padres.
También nuestros profesores y los compañeros que tuvimos en el colegio, y hasta nuestros amigos, han influido a la hora de crear nuestra imagen y, por tanto, nuestro futuro laboral.
Saber tomar buenas decisiones es clave para lograr una vida plena no solo en lo personal sino también en lo laboral.
Si quieres convertirte en una buena “tomadora de decisiones”, porque estás en el momento de elegir entre dos trabajos y no te decides, o porque quizá tu hijo tiene que elegir que carrera universitaria hace y no sabes como ayudarle, este artículo está escrito para ti.
Conócete a ti misma: Esto lo he dicho muchas veces en otros artículos, pero es que es la base de todo. El autoconocimiento es esencial en el proceso de toma de decisiones. Saber tus gustos y valores, así como tus habilidades y limitaciones, ayudará a que al momento de elegir lo hagas correctamente.
Céntrate solo en el presente: Pensar en las posibles consecuencias que tu elección puede ser positivo; sin embargo, hacerlo de modo exagerado puede llevarte a la NO ACCIÓN, ya sabes la famosa parálisis por análisis. No te pases dándoles vueltas, no podemos predecir el futuro.
Confía en tus instintos: Solemos opinar que para tomar buenas decisiones es necesario un largo tiempo para analizar varias alternativas y sopesar sistemáticamente todos los pros y contras. A veces un juicio rápido puede ser igual de bueno, o incluso mejor.
No olvides en un cajón tus emociones: Tu estado emocional influye más de lo que piensas en las decisiones que tomas. El que estés alegre, triste, entusiasmado o cansado puede provocar que hagas una mala elección. Evalúa tu estado de ánimo y cómo está influyendo tu razonamiento antes de decidir.
Ten presente los riesgos: La familiaridad genera comodidad, la famosa zona de confort. Es probable que tomes decisiones que no son buenas, simplemente porque es a lo que estás acostumbrado, pero ¿es realmente lo que tú quieres?
Ten cuidado con la presión social: Realmente ¿Puedes considerarte una persona segura de ti misma que toma sus decisiones sin que los demás influyan?. Lo cierto es que a todos de una forma u otra nos afecta la presión social. Solemos dejarnos influir por referentes, personas de autoridad, personas influyentes que han pasado por nuestra vida, nuestros padres, amigos, etc. y debido a esta presión social tomamos malas decisiones que afectan lógicamente a nuestro futuro laboral.
Prueba ponerte en otros zapatos: Ponerte en otros zapatos o hablar contigo misma como una amiga de confianza permite distanciarte emocionalmente de la ecuación y ver el problema desde otra perspectiva. Esto te dará la oportunidad de ser más objetiva.
Desafortunadamente, tenemos la costumbre de formarnos ideas negativas de las personas y de nosotras mismas: nos fijamos más en los fallos y en los errores, y menos en los talentos y virtudes.
Debido a esto, proyectamos imágenes negativas que dificultan nuestra comunicación y provocan que a nosotras o la persona en cuestión, le sea más difícil expresarse con naturalidad y desde su talento, haciéndolo desde sus inseguridades y temores y tomando, por tanto, malas decisiones que afectan a su futuro laboral.
Si nos centramos en ese potencial, en lo que nos motiva, en lo mejor de cada una, desbloqueamos situaciones encalladas.
Aprender a desarrollar la capacidad que consiste en reconocer y apreciar los logros de los demás, y los nuestros propios, nos ayuda en este proceso. Es la habilidad de ver lo que otros son capaces de hacer y fortalecerlos para que lo hagan. Es también reconocer nuestros logros y fortalecer nuestras capacidades.
Recuerda,
Crea tu buena suerte con confianza, coraje y constancia. Y haz que suceda.
Un abrazo y gracias por acompañarme semana a semana.
Marta Zúñiga