Cómo trabajar con un jefe tóxico sin tener que dejar tu trabajo

Cómo trabajar con un jefe tóxico sin tener que dejar tu trabajo

Un día cualquiera en una sesión de coaching con una clienta me cuenta esto: 

“Siempre he estado a gusto en mi trabajo Marta. 

Me dedico a la publicidad desde hace veinte años. 

En mi generación se valoraba mucho a los expertos. Y mi trabajo era una fuente de satisfacción diaria. Cada día de trabajo para mí era una motivación total.

He ido adquiriendo una posición buena dentro de mi empresa, con un buen sueldo. Pero llevo dos años realmente desesperada. 

Tengo un jefe de departamento intratable. Su actitud es continuamente a la defensiva. 

Cree ser el único recurso importante de la empresa y planifica de repente cosas imposibles. Y luego nos echa en cara que no consigamos llevarlas a cabo. 

Pero luego vende nuestros logros como suyos. 

A menudo me humilla públicamente delante de los miembros de mi equipo. Su estado de ánimo cambia continuamente. 

No sé lo que quiere y me ha llegado a gritar por hacer algo que me había pedido él que hiciera. Lo que me preocupa es que estoy obsesionado con él. 

Ir a trabajar, Marta, se ha convertido en un suplicio. Solo desconecto un poco los fines de semana. Pero cuando se acerca el lunes ya me amargo, solo quiero llorar.

Sé que es algo que tengo que aprender a gestionar y tengo que cambiar de actitud. Intento con todas mis fuerzas tener una actitud más positiva porque sé que es lo que tengo que hacer. Pero no soy capaz”.

Se dice que las personas no renuncian a los malos trabajos sino a los malos jefes.

 ¿Cómo manejas a un jefe que actúa como Jekyll y Hyde? ¿Qué tan pronto es amable contigo como que es irritante y autoritario?

Siempre lo digo, sobran jefes y faltan líderes.

Lamentablemente, todos hemos tenido alguna vez un jefe tóxico, yo la primera.

Antes de nada, aclaro algo: Todos necesitamos trabajar para vivir, sin embargo, no se puede vivir eternamente bajo la soga de un jefe tóxico.

Si la situación está en un punto sin retorno en el que solo sufres y ya no disfrutas tu trabajo, piensa en ti y cambia de empleo en la medida que tus circunstancias te lo permitan.

Ahora bien, si tu jefe te hace pasar malos ratos en el trabajo, estos consejos te ayudarán a minimizar el impacto de su mala actitud en tu autoestima.

Si tienes al jefe “el colega”: Típico jefe super amigable que te invita a salir, a tomar una copa y chismorrear. Tiene “empleados favoritos” y crea divisiones entre todos los trabajadores que generalmente se frustran por este desbalance.

¿Qué hacemos? Pon límites desde el minuto 1. No le permitas usar su posición para intimidarte. Podrás tomar el control de cualquier situación al poner un límite de forma consciente y proactiva. Por ejemplo, puedes seguir siendo amable con tu jefe durante el día y a la vez, no temer decirle que no a sus invitaciones a beber con él saliendo del trabajo.

Si tienes al jefe “el micromanager”: Este tipo de jefe te hace sentir que estás bajo vigilancia constante. Pone demasiada atención a los pequeños detalles y su constante vigilancia hace que sus empleados se sientan desilusionados, frustrados e incluso incómodos.

¿Qué hacemos? El truco es hacer preguntas específicas sobre el proyecto que te dejan, tener revisiones constantes con él y ver si la retroalimentación de tu jefe sigue patrones específicos. Si esto no funciona, te recomiendo que no dejes que la obsesión de tu jefe con los detalles te provoque sentimientos de poco valor en tu persona porque eso solo te generará estrés.

Si tienes al jefe “tirano”: Este jefe utiliza técnicas maquiavélicas para alimentar su ego constantemente. Su principal preocupación es mantener el poder. 

Aquellos empleados que desafían su forma de pensar son el enemigo que buscan quitarle de en medio. Quienes lo apoyan se convierten en “sus principales personas de confianza”, mientras que quienes no se desempeñan tan bien como deberían son condenados al “trabajo sucio”.

¿Qué hacemos? Una manera que no es agradable, pero si es efectiva, para lidiar con los tiranos es presentar tus ideas de manera en que les permitas adjudicarse algo de ese trabajo. Siempre dales algo de reconocimiento, aunque sabemos que ellos jamás hagan lo mismo por ti.  Además, tienes que elegir tus batallas sabiamente para sobrevivir a un jefe de este tipo, tienes que analizar y detectar cuando si te compensa pelear y cuando es mejor dejarle ganar.

Si tienes al jefe “incompetente”: Típico jefe que fue puesto “a dedo” en su cargo y que nadie se tomó la molestia de ver si reunía las características y habilidades necesarias para poder desempeñarlo.

¿Qué hacemos? Trágate tu orgullo y comparte tu experiencia y conocimiento sin presumir de ello. De esta manera te convertirás en su aliado y confidente.

Si tienes al jefe “cuadriculado”: Me refiero al típico jefe que para él sus empleados son un número, tú eres un número, tu producción es un número y todas sus decisiones están basadas en números. 

No hace esfuerzo alguno para conectarse con sus empleados y solo se fija en los porcentajes para decidir quién es valioso y quién no.

¿Qué hacemos? Hablar su lenguaje. Asegúrate de tener todas las cifras posibles que apoyen tus ideas. También necesitas descubrir qué cosas considera importantes y demostrarle que puedes cumplir con ellas.

Si tienes al jefe “impredecible”: Este tipo de jefes por lo general tiene un comportamiento impredecible, muchas veces pueden ser amables, atentos, dedicados, pero en otras ocasiones pueden ser irritantes y autoritarios. Crean un ambiente tenso e intranquilo, ya que los empleados no saben qué esperar, por lo que siempre están a la defensiva.

¿Qué hacemos? Nunca debes considerarlo desde el plano personal de la relación y no extrapolarlo más allá del ámbito profesional, te aconsejo que escuches lo que te dice, pero no como te lo dice. Intenta buscar desencadenantes o patrones en su comportamiento. Averiguar la causa de los cambios de humor de su jefe puede ser la presión de los clientes o, algo emocional.

Recuérdate a ti misma lo que vales. Tienes este empleo porque eres capaz, ya que tienes la motivación, la formación y la voluntad para ocupar el puesto que tienes. No dejes que ninguna crítica te haga olvidar tu valor.

NINGUNA EMPRESA ES MERECEDORA DE TU VIDA, NI DE TU SALUD.

Y recuerda,

Crea tu buena suerte con confianza, coraje y constancia. Y haz que suceda.

Un abrazo y gracias por acompañarme semana a semana.

Marta

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