¡Hola, hola!
Decía Aristóteles,
Somos lo que hacemos repetidamente.
Eres lo que escuchas. dice Radio 3. O Eres lo que comes o eres lo que lees.
La forma más fácil de predecir tu futuro es analizando tus hábitos. ¿Por qué? Porque tus hábitos determinan tu vida.
¿Te levantas y te duchas? ¿o vas antes a la cocina y tomas café y tostada? ¿o donut? o ¿galletas? ¿te enciendes un cigarro? ¿o te pones las zapatillas nada más levantarte y te vas a correr? ¿Cómo despiertas a tus hijos? ¿Qué les dices todas las noches cuando les acuestas? ¿Duermes con la radio, con la tele o lees un libro?
La mayor parte de las decisiones que tomas a diario pueden parecerte producto de una forma reflexiva de tomar decisiones, pero no es así. Son hábitos. Y aunque cada hábito no tiene mucha importancia en sí mismo, con el tiempo, las comidas qué pides, lo que dices a tus hijos cada noche, si ahorras o gastas, la frecuencia con que haces ejercicio y el modo en que organizas tus pensamientos y rutinas de trabajo tienen un profundo impacto en tu salud, productividad, seguridad económica y felicidad.
Los hábitos empiezan sin que te des cuenta, se instalan inadvertidamente y para cuando quieres librarte de ellos se han convertido en rutinas inamovibles. A veces surgen de un gesto cotidiano, como la sensación de relax que sientes al llegar a casa y encender la tele. En ocasiones, se trata de hábitos inducidos, como usar dentífrico para cepillarse los dientes o utilizar ambientador en el coche.
Los hábitos, según los científicos, surgen porque el cerebro siempre está buscando la forma de ahorrar esfuerzo. Si dejas que utilice sus mecanismos, el cerebro intentará convertir casi toda rutina en un hábito, Este instinto de ahorrar energía es una gran ventaja.
Un cerebro eficiente también te permite dejar de pensar constantemente en las conductas básicas, como caminar y decidir qué vas a comer, así que puedes dedicar tu energía mental a inventar desde videojuegos hasta programas de liderazgo.
Puedes cambiar la cultura de una empresa, cambiando sus hábitos. Para ello es necesario entender el funcionamiento de sus rutinas, sus procesos.
Puedes diseñar tu vida como quieras, porque puedes cambiar tus hábitos.
¿Como formar un hábito entonces?
El proceso es muy parecido al que utilizo yo para educar a mi perrita Annie. Son tres pasos: Señal – Rutina – Recompensa. Los científicos lo llaman el bucle del hábito. ¿Quieres que lo desmenuce? Venga, vale.
1. La señal.
El detonante que informa a tu cerebro que puede poner el piloto automático y el hábito que ha de usar.
Repetir una actividad x veces. no es lo mismo una actividad sencilla como comer una fruta entre horas que hacer deporte regularmente. Lo segundo requiere más fuerza de voluntad y esfuerzo. ¿Qué sistema te puede funcionar?
Crear una señal o aviso. Selecciona una hora del día y ponte en marcha. Puedes ponerte una alarma en el móvil o en el ordenador. En cuanto te suena la alarma te pones a ello.
Los entrenadores de perros ahora usan un aparatito que hace Clic y esa es la señal para el perro.
2. Crear la rutina.
Puede ser física, mental o emocional.
Piensa que quieres tú. Empezar a correr, levantarte antes, leer más, comer más sano, organizarte mejor en tu trabajo, ser más asertiva, tener más paciencia, etc.
Primero, póntelo fácil. Pasar de o a 100 es complicado. Pasar de o a 10, te dará motivación y confianza para seguir. Empieza poco a poco.
Siguiendo con el ejemplo de Annie. Quiero que venga cuando la llame y voy a empezar a hacerlo, cuando no esté muy lejos de mí. A unos 30 metros.
3. La Recompensa.
Intrínsecas o extrínsecas. Un premio que ayude a tu cerebro a decidir si vale la pena recordar en el futuro este bucle en particular.
Con Annie utilizo diferentes premios dependiendo del logro conseguido. Más recompensa o mejor cuando el logro ha sido mayor o más complicado.
Seguro que te gustaría que formar buenos hábitos fuera tan fácil como lavarte los dientes. Pero no suele ser así. Requiere esfuerzo y constancia.
Es importante tener una visión clara de lo que supondrá en tu vida integrar un nuevo hábito. Y ligarlo a alguna emoción. Cómo te sentirás cuando lo hayas conseguido. Y también como te sentirás si no lo consigues. El impacto negativo nos impulsa al cambio. Y el positivo nos motiva a conseguirlo.
El cambio de un hábito puede tener una influencia brutal, en tu vida, puede suponer un cambio de 180º.
¿Qué hábito te gustaría cambiar? Te dejo con esta pregunta para que les una vuelta y me lo cuentes en comentarios.
Muchas gracias por leerme. Te deseo que pases un buen lunes y una gran semana.
Y ya sabes. Recomienda Por fin es lunes, allá donde estés.
Un abrazo fuerte,
Marta