5 tipos de jefes tóxicos y cómo tratarlos

Se dice que las personas no renuncian a los malos trabajos sino a los malos jefes.

Una encuesta global de la plataforma de búsqueda de empleo Monster muestra que el 32 % de los empleados dice que tiene un jefe “horrible”, mientras que solo el 15 % dice que tiene uno “excelente”.

Pasamos gran parte del tiempo en el trabajo, por lo tanto, convivir en un ambiente laboral hostil, merma nuestra calidad de vida y entorpece nuestro equilibrio emocional.

Aquí van 5 tipos de jefes que dejan mucho que desear:

  • El inadecuado

Es el típico que confunde el trabajo con la amistad, y de esta forma evade su responsabilidad de conducir asertivamente. Piensa que eso es liderazgo bien entendido, aunque se confunde: crea una corte de seguidores que lo siguen a sol y a sombra, y se transforman en sus intocables. El resto empiezan a sentir que no pertenecen a su círculo, y esto genera desconfianza.

  • El minúsculo

Es el jefe que da tareas en pequeñas dosis; jamás te entrega el poder de todo un proyecto. Es el que se fija en detalles mínimos con tal de desmerecerte ante él y el resto. Puede ser muy desagradable dando feedback. No sabe tomar decisiones, y mucho menos aprecia que tomes la iniciativa por tu cuenta.

  • El perturbado

Su único objetivo es alimentar su ego. Es inseguro por eso todo el rato necesita sentir que tiene poder.

Manipula y controla y no tiene límites en su tiranía y es una persona que no acostumbra a dar. Además, es de los que piensa que es el que más sabe y que por eso está donde está.

Tú eres su súbdito y no su colaborador. Siempre te hará sentir insegura y al filo del peligro.

  • El incapaz

Se trata de jefes que no tienen las suficientes condiciones para llevar adelante su trabajo, aunque por fuera muestre una coraza que quiera aparentar lo contrario. Puede que sea un completo inútil que sabe venderse, y, por lo general, es desconfiado de aquellos que llevan más tiempo en la empresa y que lo superan en conocimiento.

  • El inflexible

No es una persona flexible y las cosas se miden como él diga. Es frío, calculador, no le importan demasiado los vínculos humanos (y debes saber que tal vez sea igual en el plano personal). Si te rindes, te quedas.

¿Qué hacer si te toca trabajar al lado de uno “de estos”? ¿De qué forma puedes convivir y salir fortalecida?

  • El inadecuado: Pon límites; encaja los temas laborales siempre dentro de la jornada prevista; no aceptes invitaciones sociales más allá de lo estrictamente necesario; documenta los resultados de lo que vas logrando, para tenerlos siempre a mano. 
  • El minúsculo: Flexibilidad ante todo; aprende cómo le gusta jugar sus cartas. Fíjate en los detalles que siempre marca, aunque concéntrate en el resultado final. Piensa cuál es la forma en que le gustan las cosas, inclúyelas en tu estilo, y además, pon tu toque personal. Haz preguntas claras y concretas sobre qué se espera de ti en cada tarea.
  • El perturbado: Dale reconocimiento, ya que lo necesita como tú necesitas el aire para vivir. Maneja tus emociones sin involucrarlas en el vínculo, y ten claro esto: se siente muy poco merecedor de la vida, el respeto y la consideración de los demás. Por eso actúa como lo hace, es un pobre desgraciado.
  • El incapaz: Haz tu tarea lo mejor que sepas eso siempre hablará muy bien de ti. Enfócate en cómo mejorar, no solo en satisfacer su incompetencia. No respondas irracionalmente a sus arranques emocionales. Con el tiempo es posible que empiece a confiar más en ti.
  • El inflexible: Traduce lo que haces a números, reportes y resultados. Pregúntale qué y cómo quiere el resultado final; pon tu toque personal, aunque siempre da luz a su esquema primario de pensamiento.

Seguro que hay muchos más tipos de jefes tóxicos de los que te he nombrado hoy aquí, pero recuerda que, por muy malas que sean las circunstancias, siempre habrá un aprendizaje que podremos aprovechar para potenciar nuestro propio desarrollo personal.

Cuéntame con que otros jefes tóxicos te has topado, me encantará leerte.

Y recuerda,

Crea tu buena suerte con confianza, coraje y constancia. Y haz que suceda.

Un abrazo y gracias por acompañarme semana a semana.

Marta

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